Me he preguntado en estos días ¿Sinceramente, es necesaria la religión en el siglo XXI? En la época donde las revoluciones científicas y tecnológicas han hecho al universo un lugar más entendible ¿Tiene algún sentido aferrarse a dogmas que no están en relación con el mundo actual? Muchos de los que estén leyendo esto por el simple hecho de estar conectados a la “supercarretera de la información” podrían contestar negativamente, pero pensemos con detenimiento las cosas.
Desde un punto de vista antropológico “La Religión” no es más que un conjunto de creencias y de reglas que se fundamentan en concepciones mágicas de cualquier índole creadas para tratar de explicar lo que no se puede comprender. Es un hecho que el hombre no puede vivir sin la creencia en algo superior, etéreo e incomprensible llámese Amon-Râ, Jehová, arbusto en llamas, destino, La Fuerza, el Flying Spaghetti Monster etc. Puesto que esta noción permite que la gente tenga un propósito en la vida más que el de nacer, reproducirse y morir como las amibas; permite organizar un sistema de creencias en donde las acciones serán retribuidas o castigadas de acuerdo a una serie de preceptos o leyes que servirán para promover el orden social en un juego dialéctico entre lo “terrenal y lo divino” este ordenamiento sirve para contrarrestar el estrés mental y social de los individuos, si por ejemplo hay un terremoto, malas cosechas o una auditoria de Hacienda se puede achacar a una voluntad divina y tratar de encontrar “el error” en los rituales para tratar de prevenir una futura desgracia.
En este sentido, la religión es algo necesario y si lo piensan bien muchas de las construcciones y filosofías más maravillosas en la historia de la humanidad se han hecho en nombre de alguna religión, como los grandes templos egipcios, las “pirámides” del sol y de la Luna de Teotihuacan, el Templo de Salomón en Jerusalén, La basílica de San Pedro en Roma, Angkor-Wat en Camboya, la filosofía Zen, el Taoismo, solo por mencionar algunos ejemplos. Pero de igual manera se han hecho las cosas más atroces como la imposición del culto al Dios Atón por Akhenatón en el antiguo Egipto, las matanzas de las cruzadas, y de los Jihad musulmanes, el exterminio de millones de indígenas americanos, las guerras entre tribus de Nigeria, y la misma crucifixión de Jesús alias el Cristo.
Dado que vivo en un país que es primordialmente católico apostólico y “re-mono” este último punto, lo quiera o no, es parte de mi bagaje cultural y aunque no estoy de acuerdo en que se le de tanto énfasis al morbo sadomasoquista sanguinolento presente en los rituales católicos, sobre todo en la pasión de Cristo, si estoy de acuerdo en que existan estas festividades, no por compartir su filosofía religiosa sino por que son necesarias en cualquier sociedad para encaminar sus “fuerzas productivas” en un objetivo común; cabe señalar que en TODAS las sociedades han existido y existen estos rituales públicos de catarsis.
El único punto con el que no concuerdo es con el fanatismo, el cual considero como una adicción, dado que convierte a la persona en un ente incapaz de actuar sin su “dosis” de fundamentalismo religioso y que se lleguen a extremos como cometer verdaderas crucifixiones en las representaciones de semana santa, retratar al Führer de la Alemania Nazi “iluminado” por el espíritu santo o hacer películas como The Passion of the Christ de Mel Gibson.
En mi particular punto de vista prefiero pensar en Jesús como un filosofo (No de los que están en las “islas” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM) que predico preceptos simples para hacer más llevadera la vida en su tiempo, que muchos de sus conceptos puedan ser adecuados a otros contextos históricos muestra la riqueza y eficacia de su filosofía de vida, realmente yo creo que Jesús fue el primer Cristiano Zen. Por desgracia parece que lo que más le ha funcionado a la institución del Vaticano son las practicas de control mental a base de atemorizar a la gente y hacerla sentir culpable.
Pero cada quien es libre de elegir en que creer, solo basta concluir que de alguna u otra manera, en mayor o menor medida todos somos religiosos. En mi caso particular, he de reconocerlo, soy algo supersticioso y me han pasado cosas que “no tienen explicación científica” (Tras perderme en la noche en la selva fui guiado hacia la plaza central de la ciudad Maya de Calakmul por unos -pasos inteligentes- que me indicaron el camino correcto (Ñañaritas verdad?)